Recapitulemos. En capítulos anteriores…
Empezamos viendo todos los pasos que hemos dado (!no son moco de pavo!)
- Empezar con tu sistema
- Definir tus motivaciones para perfilar tu estilo
- Establecer una estructura general para saber que debe tener toda clase (para que haiga un poco de tó y nadie se haga daño).
- Escuchar lo que dicen los maestros para planificar un nivel y un curso y tener muchas secuencias ya diseñadas.
Bueno, bueno ¿no está mal, o que? Pero me temo que todavía no hay suficiente. Seguimos sin haber respondido a algunas cuestiones. En mi cabeza resuena la siguiente pregunta: ¿Cómo me organizo para ir avanzando y adaptándome a mis alumxs a lo largo del curso?
“Yoga de Temporada”
Vengo de mi primer retiro de Otoño en a Casa da terra: Un lugar espectacular al lado del río Ulla rodeado de bosques de castaños y robles centenarios y prados más verdes que los de WindowsXP. Imaginaos la estampa: los colores de las hojas, los helechos marrones en los caminos, las setas en la sombra, los perros tumbados al sol a y nosotros, los humanos, venga a tomar sopas.
Y esto no lo cuento por dar envidia (que también) sino por traer un ejemplo palpable de cómo cambia la naturaleza con cada estación. Allí hablamos de nutrición y de una de sus premisas básicas: Tomar alimentos de temporada del lugar en el que vivimos: de esta manera no hay que traerlos congelados del quinto cuerno y nuestro cuerpecillo está preparado para procesarlos. Bueno, bonito y barato, para nosotros y para el medio ambiente.
Si hay alimentos de temporada ¿por qué no practicar un yoga de temporada? Y no sé cómo lo veis, pero a mí se me ocurre que una buena manera de “temporalizar” los cursos es ir adaptándonos a lo que sucede en la naturaleza, como hacen los demás animales.
Así, más que me pongo animal y me dejo guiar por lo que me apetece. Explorar en mi bicherío. ¿Te apuntas?
Continue reading →